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Otohematoma Perros: Qué Debes Saber

Otohematoma Perros: Qué Debes Saber

Por Ana Fernandez
21 octubre, 2025
5 min de lectura

En Chile, los veterinarios coinciden en que la mayoría de los otohematomas están asociados a causas subyacentes como otitis, alergias o la presencia de parásitos, lo que significa que tratar solo la hinchazón no basta.

Entender qué es un otohematoma, por qué aparece y cómo tratarlo correctamente es clave para cuidar la salud auditiva de tu perro y garantizar su bienestar.

¿Qué es el otohematoma?

El otohematoma en perros es un bulto doloroso en la oreja causado por la acumulación de sangre entre la piel y el cartílago del pabellón auricular.

Este hematoma auricular suele formarse cuando un vaso sanguíneo se rompe, generalmente debido a que el perro sacude la cabeza o se rasca con fuerza, ya sea por otitis, ácaros, alergias, etc.

La oreja afectada se ve hinchada, blanda al tacto y caliente, y a menudo está roja o deformada.

En las fases crónicas puede endurecerse formando cicatrices internas que dan lugar a la llamada “oreja de coliflor”.

Aunque el otohematoma es más común en perros que en gatos, su atención a tiempo es clave para evitar complicaciones y dolores innecesarios.

Dato: Estudios realizados por el Royal Veterinary College (RVC) en el Reino Unido revelaron que 14 razas de perros son especialmente propensas al otohematoma. El Bull Terrier y el San Bernardo son las razas con más incidencia (unas 7 veces más), comparadas con perros mestizos. Le siguen el Bulldog Francés, el Staffordshire Bull Terrier y el Bull Terrier Ingles. El mismo estudio reveló que los perros de 10 a 12 años tenían más probabilidad de sufrir otohematoma que los perros menores de 1 año.

¿Qué causa un otohematoma en mi perro?

Las causas son diversas, pero siempre están relacionadas con irritación o traumatismo en la oreja.

Las más frecuentes son:

  • Otitis externa (infección del oído): Las infecciones de oído son la causa principal. La inflamación e infección provocan picazón e irritación, lo que hace que el perro rasque mucho o sacuda la cabeza constantemente. Estas sacudidas repetidas pueden romper pequeños vasos sanguíneos en el pabellón auricular, formando el hematoma.

  • Parásitos y alergias: Los ácaros, pulgas u otros parásitos en el oído, así como alergias ambientales o alimentarias, también causan picor intenso. El rascado frecuente debilita la piel y vasos de la oreja, facilitando la aparición de hematomas.

  • Golpes o traumatismos: Un golpe directo en la oreja (por ejemplo, durante juegos bruscos o una pelea con otro animal) puede romper vasos sanguíneos locales y originar un otohematoma.

  • Enfermedades hormonales: Trastornos como el síndrome de Cushing provocan fragilidad capilar. Un perro con Cushing puede sangrar incluso con traumas leves que normalmente no causarían hemorragia.

  • Factores inmunitarios: En algunos casos raros, problemas del sistema inmunitario pueden predisponer al perro a hematomas auriculares al debilitar las paredes vasculares.

En resumen, cualquier causa de picor o dolor de oído puede desencadenar un otohematoma.

Es habitual que exista una otitis subyacente: si solo se drena el hematoma pero no se trata la infección o el problema de piel, el hematoma volverá a formarse.

La otitis también puede causar otros transtornos. Puedes leer el artículo Síndrome Vestibular en Perros: Causas, Síntomas y Tratamiento en el blog de Cacttus.

Síntomas característicos

Los signos de un otohematoma suelen ser evidentes:

  • Hinchazón visible de la oreja: Se forma un abultamiento blando en el interior del pabellón auricular. La oreja puede sobresalir y perder su forma normal.

  • Calor y enrojecimiento: La zona inflamada suele estar caliente al tacto y rojiza, señal de inflamación aguda.

  • Molestia evidente: El perro sacude la cabeza con frecuencia, rasca la oreja afectada o mantiene la cabeza ladeada. En casos avanzados puede quejarse o mostrar dolor al tocarle la oreja.

  • Oreja caída o deformada: Con el tiempo, el peso de la sangre hace que la oreja adopte una postura caída o presente pliegues irregulares. Si no se trata, la cicatrización interna puede provocar la “oreja de coliflor” característica.

Si notas uno o más de estos síntomas en tu mascota, especialmente tras un episodio de infección de oídos o rascado intenso, conviene acudir al veterinario cuanto antes.

Nunca intentes reventar o apretar el bulto en casa: sólo un profesional podrá confirmar el diagnóstico y tratarlo adecuadamente.

Diagnóstico veterinario

Un otohematoma es fácil de diagnosticar por el aspecto típico de la oreja hinchada.

El veterinario realizará:

  • Inspección y palpación: Para evaluar la forma, tamaño y temperatura del bulto. Se suele observar la hinchazón principalmente en el lado interno del pabellón auricular.

  • Aspiración con aguja: Es común extraer una muestra con aguja fina para confirmar que el líquido acumulado es sangre (suele ser un líquido rojizo u oscuro). Esto ayuda a descartar otros problemas (como abscesos o tumores).

  • Exploración del oído con otoscopio: Se revisa el canal auditivo externo en busca de infecciones, cuerpos extraños o parásitos, ya que estas causas deben tratarse simultáneamente.

  • Pruebas complementarias: Si se sospecha de alergias, se pueden hacer pruebas para descartarlas o confirmarlas. En casos de otitis crónica, puede tomarse citología o cultivo de oído para identificar bacterias u hongos. En perros viejos o con signos de enfermedades hormonales se valoran análisis de sangre que detecten Cushing u otras alteraciones.

El objetivo es no sólo drenar el hematoma, sino también encontrar y corregir cualquier causa subyacente para evitar recurrencias.

Tratamientos del otohematoma

Existen dos grandes enfoques para tratar el otohematoma: conservador (no quirúrgico) y quirúrgico.

La elección depende del tamaño del hematoma, la causa, la antigüedad y la preferencia veterinaria.

Tratamiento conservador (no quirúrgico)

  • Aspiración repetida: Si el otohematoma es pequeño y reciente, el veterinario puede aspirar la sangre con una jeringa fina en varias sesiones. Cada aspiración reduce el volumen acumulado. Sin embargo, este método suele tener alta tasa de recidiva porque no evita que el hematoma vuelva a formarse.

  • Inyecciones de antiinflamatorios: A veces se administra un corticoide directamente en la zona aspirada para reducir la inflamación y ayudar a que el cuerpo reabsorba el líquido. También se pueden dar medicamentos antiinflamatorios orales para aliviar el dolor y la hinchazón. Recuerda no administrar medicamentos para humanos a tu perro y consultar siempre al veterinario. Puedes leer el artículo ¿Ibuprofeno para Perros? Esto Debes Saber en el blog de Cacttus.

  • Vendaje compresivo: Después de aspirar, se coloca un vendaje que comprime la oreja para evitar nueva acumulación de sangre. Es fundamental revisar y cambiar el vendaje frecuentemente para prevenir úlceras o infecciones secundarias.

  • Terapias auxiliares: En ocasiones se usa plasma rico en plaquetas (PRP) para estimular la curación, o incluso terapia láser para reducir la inflamación local, aunque estas técnicas son menos convencionales.

Los tratamientos no quirúrgicos pueden funcionar en casos leves o cuando no es posible operar (pacientes muy viejos o con problemas de anestesia). Pero hay que tener en cuenta que requieren seguimiento estricto y suelen implicar varias visitas.

Tratamiento quirúrgico

La cirugía es el método más definitivo para drenar el hematoma y se realiza con el animal anestesiado completamente, garantizando comodidad. Incluye anestesia local en la oreja y sedación general.

  • Incisión y drenaje: El cirujano hace una incisión en el lado interno o inferior del pabellón auricular y extrae la sangre acumulada.

  • Sutura de bordes: Tras drenar, se colocan suturas especiales tipo “puente” que unen las capas de la oreja (piel contra cartílago). Estas suturas evitan que se vuelva a llenar el espacio de sangre. Se suele usar más de un punto en zig-zag para mantener cerrada la piel durante varios días.

  • Colocación de drenaje (opcional): En algunos casos se inserta un pequeño tubo de drenaje (por ejemplo, un tubo de Penrose) para continuar evacuando líquido mientras cicatriza.

Tras la operación, el veterinario aplicará un vendaje protector sobre la oreja intervenida.

Es muy importante mantener puesto un collar isabelino para evitar que el perro se rasque la sutura.

El vendaje deberá revisarse y cambiarse a diario. En los días siguientes se administran analgésicos y antiinflamatorios (y, si hubo infección, antibióticos) para evitar dolor e infecciones post-quirúrgicas.

Este abordaje quirúrgico permite eliminar el hematoma, prevenir su reaparición y conservar la forma natural de la oreja.

Recomendación: Si tu perro requiere cirugía o varias consultas por un otohematoma, contar con un seguro de mascotas, cómo el de Cacttus, te permitirá cubrir gran parte del costo, ayudando a centrarte en su recuperación sin el estrés económico.

Medicamentos y cuidados adicionales

En paralelo al tratamiento del hematoma se debe tratar la causa subyacente. Por ejemplo, si había otitis externa, se recetarán antibióticos u otológicos específicos (cremas, gotas) y limpiadores de oídos. Si existe alergia, se pueden usar antihistamínicos o incluso dietas especiales.

Durante la recuperación, es útil aplicar compresas frías suaves para aliviar la hinchazón (siempre bajo indicación veterinaria).

No es recomendable rasurar excesivamente la zona antes o después de la cirugía, ya que el rebrote del pelo puede causar molestias o irritaciones secundarias.

Cuidados posteriores y prevención de recaídas

Después de drenar el hematoma (por cirugía o punción), hay que vigilar de cerca la recuperación:

  • Protección de la herida: Mantén el vendaje limpio y seco. Ponle el collar isabelino para que no se rasque ni lama la oreja. Evita ambientes sucios o lugares en que se pueda enganchar la oreja.

  • Visitas veterinarias periódicas: El veterinario debe revisar la oreja en cada consulta postoperatoria para retirar puntos y verificar cicatrización. Si se nota cualquier supuración o hinchazón nueva, avísalo de inmediato.

  • Control de la causa subyacente: Sigue las indicaciones para tratar la infección, alergia o parásitos que provocaron el problema. Cumple el tratamiento de antibióticos, antiparasitarios o antiinflamatorios hasta el final.

  • Prevención: Es clave manejar de raíz los problemas de oído. Mantén limpias las orejas de tu perro con productos adecuados, revisa la presencia de pulgas/ácaros con frecuencia y acude al veterinario ante cualquier enrojecimiento o mal olor de oído. Si tu perro tiende a sacudirse mucho la cabeza (por alergias o garrapatas), trata esos problemas a tiempo para reducir el riesgo de romper vasos en el oído.

Complicaciones si no se trata

Si no se interviene el otohematoma, las consecuencias pueden ser graves:

  • Deformidad permanente: La sangre acumulada se organiza y forma tejido fibroso. Con el tiempo la oreja queda contracturada y abultada en zonas, adoptando la típica apariencia de oreja de coliflor. Esto no sólo es antiestético, sino que puede incomodar al animal.

  • Reaparición continua: Sin tratar la causa base (infección, alergia), el hematoma volverá a formarse cada vez que el perro se rasque con fuerza. Cada nueva acumulación aumenta el daño.

  • Infección secundaria: La acumulación de sangre es terreno fértil para bacterias. Un hematoma viejo que no se drena puede infectarse, produciendo dolor intenso y riesgo de absceso.

  • Necrosis del pabellón: En situaciones muy severas (habitualmente por mala circulación post-hematoma o infecciones graves), parte de la oreja puede necrosarse (muerte del tejido corporal). Este es un daño grave y poco frecuente, pero posible si se retrasa demasiado la atención.

Por estas razones, nunca retrases la visita al veterinario. En general, un otohematoma tratado adecuadamente no suele tener consecuencias permanentes graves, especialmente si se drena pronto y se aborda la causa.

Identificar tempranamente una infección o un hematoma pequeño puede marcar la diferencia en el tratamiento.

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