La rabia es una de las enfermedades más graves y temidas tanto en animales como en humanos. Aunque es más común en perros, los gatos también pueden verse afectados por este virus letal. Mantener a tu gato vacunado y controlado es la mejor forma de asegurarte de que no contraiga esta enfermedad letal.
Qué es la rabia
La rabia es una enfermedad causada por un virus que ataca el sistema nervioso central, afectando tanto a animales como a seres humanos.
El virus de la rabia es neurotrópico, lo que significa que se multiplica dentro de las células nerviosas, viajando desde el sitio de la infección hasta el cerebro.
Una vez que llega al cerebro, causa inflamación (encefalitis) que resulta en cambios severos de comportamiento y, en última instancia, la muerte.
Cómo se transmite la rabia en gatos
El virus de la rabia se propaga principalmente a través del contacto con la saliva de un animal infectado, siendo las mordeduras el medio más común de transmisión.
En los gatos, el contagio ocurre cuando son mordidos o arañados por otros animales infectados, como perros, murciélagos u otros mamíferos salvajes.
También es posible que el virus ingrese al organismo a través de heridas abiertas o membranas mucosas, como los ojos o la boca, si entran en contacto con saliva infectada.
Síntomas de la rabia en gatos
La rabia en gatos presenta síntomas divididos en tres fases, que evolucionan rápidamente conforme la enfermedad avanza:
Fase prodrómica
Esta es la primera etapa, que puede durar de dos a diez días. Durante este periodo, el gato mostrará cambios sutiles en su comportamiento, como nerviosismo, fiebre, pérdida de apetito e irritabilidad. El animal podría lamerse o rascarse la herida donde ocurrió la mordida.
Fase furiosa
Aquí el comportamiento del gato se torna errático y agresivo. Los gatos afectados pueden volverse extremadamente irritables y morder sin provocación, atacando a personas o animales cercanos.
Otros síntomas incluyen salivación excesiva, convulsiones, desorientación y espasmos musculares. Esta es la fase más peligrosa, ya que el gato se convierte en un foco de contagio.
Fase paralítica
En esta etapa, que suele desarrollarse entre dos y cuatro días después de la fase furiosa, el gato comienza a sufrir parálisis, especialmente en los músculos de la cabeza y el cuello.
Esto provoca dificultades para tragar y salivación excesiva. Finalmente, la parálisis se extiende a los músculos respiratorios, lo que lleva a la muerte del animal.
Diagnóstico de la rabia
El diagnóstico de la rabia en gatos no se puede confirmar definitivamente en animales vivos.
Generalmente, se basa en la historia del animal, los síntomas y si ha tenido contacto con animales salvajes o no vacunados. Una vez que se sospecha de rabia, el gato debe ser aislado para evitar el contagio.
Si el diagnóstico es confirmado, se debe considerar la eutanasia debido al riesgo que representa para otros animales y para el ser humano.
Tratamiento de la rabia en gatos
Desafortunadamente, no existe tratamiento para la rabia una vez que los signos aparecen. La enfermedad es fatal en el 100% de los casos, tanto en gatos como en otros mamíferos.
Por esta razón, es común que se recomiende la eutanasia humanitaria en gatos que presentan síntomas para evitarles sufrimiento y reducir el riesgo de contagio.
Prevención: La vacuna antirrábica
La única forma efectiva de prevenir la rabia en gatos es a través de la vacunación.
En muchos países, la vacuna de la rabia es obligatoria, especialmente si el gato tiene acceso al exterior o vive en zonas donde la rabia es endémica.
La primera dosis de la vacuna se aplica a los tres meses de vida, seguida de refuerzos anuales o según las recomendaciones del veterinario.
Además de la vacunación, es crucial limitar el contacto de tu gato con animales salvajes y controlar su acceso al exterior para minimizar el riesgo de exposición al virus.
Efectos de la vacuna contra la rabia en gatos
Después de ser vacunado, tu gato podría experimentar algunos efectos secundarios leves, como letargo, fiebre moderada o pérdida temporal del apetito.
Estos síntomas suelen desaparecer en uno o dos días. En casos raros, puede haber reacciones alérgicas, como hinchazón en el lugar de la inyección o urticaria, lo cual requiere atención veterinaria inmediata.
En general, la vacuna es segura y juega un papel fundamental en la prevención de la rabia, tanto para la salud del gato como para la seguridad pública.
Preguntas frecuentes sobre la rabia en gatos
¿La rabia puede ser transmitida por arañazos en lugar de mordeduras?
Aunque la forma más común de contagio es a través de mordeduras, el virus de la rabia también puede transmitirse por arañazos si las garras del animal infectado han estado en contacto con su saliva. Las heridas abiertas y las membranas mucosas son puntos de entrada para el virus.
¿Cuánto tiempo puede sobrevivir el virus de la rabia fuera del cuerpo?
El virus de la rabia no es muy resistente fuera del cuerpo del animal huésped. Puede sobrevivir solo por un breve período en el ambiente, especialmente bajo condiciones de luz solar directa o en superficies secas, ya que el calor y la desinfección lo destruyen rápidamente.
¿Cuánto dura el período de incubación de la rabia en los gatos?
El período de incubación puede variar, pero generalmente oscila entre 2 semanas y varios meses, dependiendo de la proximidad de la mordedura al sistema nervioso central. Las mordeduras en áreas más cercanas al cerebro aceleran el desarrollo de los síntomas de rabia.
¿Es posible que un gato vacunado contraiga rabia?
Aunque la vacuna contra la rabia es altamente efectiva, ningún método de prevención es 100% infalible. En casos muy raros, un gato vacunado podría contraer rabia, pero estos casos son extremadamente poco comunes si el gato ha sido vacunado correctamente.
¿Es necesario vacunar a un gato que vive exclusivamente en interiores?
Aunque el riesgo de contraer rabia es menor en gatos que no salen al exterior, sigue siendo recomendable vacunarlos. Existen situaciones en las que un gato de interior puede estar en riesgo, como si un animal salvaje entra a la casa o si el gato necesita viajar o ser expuesto a áreas de riesgo.
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